Prólogo
Neblina por la mañana en Hacienda Pelon. Foto: K. Perry. |
Si caminaras por el bosque tropical seco de Lomas Barbudal, Costa Rica, a la madrugada, quizás oirías el wa-WA-hehe wa-WA-hehe de una pareja de toledos (ver video), o el ulular de un grupo de monos congos. Tal vez podrías oler el chan creciendo en el campo, o el olor acre que un chinche apestoso deja en el aire. Quizás verías la neblina que llena los valles vecinos, o las telarañas, cubiertas de rocío, que se estrechan sobre las cercas de alambre. Si no te concentras, es probable que sentirías el pinchazo de una hormiga acacia o la picadura de una avispa mientras te adentras por el sotobosque. Pero si anduvieras por mucho tiempo, quizás te encontrarías finalmente debajo de un árbol en el cual pequeñas figuras negras se están empezando a mover en la luz del amanecer. Son monos capuchinos, y esta es su historia.
Telarañas por la mañana. Foto: K. Perry. |
Debajo de los capuchinos hay un grupo de humanos, mirando fijamente hacia arriba. Ellos son los moneros, la gente de los monos. Trece horas al día, siguen a los monos por el bosque, anotando su dieta, sus interacciones sociales, y cada detalle de sus vidas. La líder de los moneros, Susan Perry, ha estado estudiando los monos de Lomas por treinta años. Ella es mi mamá, y esta es su historia también.
Monos al amanecer. Foto: K. Perry. |
Susan es primátologa, es decir, una científica que estudia monos. Vino a Costa Rica en 1990, como estudiante de posgrado, esperando poder empezar un estudio. Escogió los monos capuchinos porque son muy inteligentes—de entre todos los primates (a excepción de los seres humanos), ellos tienen el cerebro más grande en relación a su tamaño. Susan quería saber por qué necesitaban esos cerebros tan grandes. Durante tres décadas de observación, ha ideado muchas respuestas a esa pregunta. Los monos capuchinos son conscientes de muchas variedades de comidas, sus localizaciones, y sus tiempos de fructificación; aprenden maneras de abrir estas frutas, que a veces se esconden debajo de cáscaras duras; y llevan vidas tan dramáticas y traicioneras como las de cualquier estrella de telenovela.
Napoleon, uno de los monos más sabios de Lomas. Foto: S. Perry. |
El drama social es, más que todo, lo que fascina a Susan cada año. Ella y sus asistentes han adquirido un gran interés en las vidas de los monos, y asistentes de años pasados todavía mandan preguntas sobre sus monos favoritos años después de dejar el proyecto. Los moneros que presentamos en las próximas páginas no son de una cohorte específica, pero son algunos (por supuesto no todos!) de los voluntarios más dedicados de los años pasados.
En el próximo post presentamos un día en la vida de un monero, desde la madrugada hasta el anochecer.
(Gracias Amaia Autor Cortés por ayuda con la traducción!)
Hola Kate, me parece muy interesante y muy bonito, gracias por querer compartir conmigo y los demás compañeros del grupo de amigos del ambiente, estas historias tan bonitas de ustedes y los monos capuchinos, muchas veces nosotros los humanos no somos conscientes de que detrás de cualquier animal, insecto o planta hay una gran historia, desde su nacimiento hasta su muerte, y gracias a ustedes que estudian día con día, podemos tener la oportunidad de conocer las historias de todos esos seres vivos que nos rodean en el, medio ambiente, muchas gracias de mi parte Josué Álvarez Alvarado.
ResponderBorrarHola Josué, muchísimas gracias! Nos alegra mucho que a ustedes les gusta estas historias, y somos muy afortunados tener este grupo de conservación ambiental en que todos son tan entusiasmados sobre los monos y de la naturaleza. Juntos podemos lograr mucho!
BorrarEstimada Kate, quiero agradecerte por compartir parte de las experiencias que han vivido en ese espacio especial de La Reserva Biológica Lomas de Barbudal.
ResponderBorrarConocer la respuesta a esa pregunta de Susan para mí es muy importante, ¿por qué necesitan esos cerebros tan grandes? y la forma en que vas presentándola es fascinante.
Esto va a generar que muchas personas puedan amar de nuevas formas su entorno y van a aprender a relacionarse con la Naturaleza con más consideración, respeto y amor.
Hola Lucy, ¡muchas gracias por tu comentario tan amable! A mi mamá y yo nos alegra tanto que a ti te gusta las historias, y somos tan entusiasmados escribir más. ¡Espero también que un día podemos verles otra vez en la farmacia! ¡Gracias para todo lo que usted y Alba hacen por la naturaleza y en la comunidad!
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