Día en la vida parte 2

Mikumi, el macho alfa de Celeste, está sentado en un tronco cercano, masticando un saltamontes. Tiene una cara de matón y una tendencia a golpear a espectadores inocentes cuando está bajo estrés, pero su capacidad de mantener el control de su grupo a pesar de su tamaño pequeño le ha ganado algunos admiradores. En este momento parece relajado, desviando la atención de su saltamontes sólo ocasionalmente para echar un vistazo al grupo en busca de signos de problemas. Mientras lo observamos, Celeste, la hembra alfa, corre hacia él y le pasa el brazo por sus hombros, enseñándonos los dientes con cara de amenaza. Mikumi se traga el último pedazo de saltamontes y se une al gesto, frunciendo el ceño y saltando ligeramente sobre sus ancas. "Group scan of Celeste: she is in social aggression in contact with Mikumi [Escaneo grupal de Celeste: está en agresión social en contacto con Mikumi]", narra Susan, sonriendo. Celeste es ahora uno de los monos más viejos en nuestra población de estudio, casi con certeza tiene unos treinta años. Como muchas de las hembras mayores, tiene cejas oscuras y tupidas. Los machos, por el contrario, se quedan calvos a medida que envejecen, al igual que los humanos. Un capuchino tiene suerte si alcanza los 35 años en la naturaleza, pero pueden vivir hasta los 55 en cautiverio.

Celeste y Mikumi haciendo caras de amenaza. Foto: K. Perry.

"A ver, ¿quién queda?" pregunta Jamie, hojeando la hoja del censo para buscar los monos que aún no hemos visto hoy. "¿Dónde está Erebus? Debería ser fácil de detectar ahora.” Puedes distinguir a Erebus de los otros tres machos juveniles del grupo por su cara ancha e inocente; y, a partir de ayer, el desgarro gigante en su labio inferior, probablemente el vestigio de una pelea con una de las hembras adultas. Finalmente lo encontramos en el borde del grupo, acurrucado cerca de Quincy, su compañero en el exilio. Pasamos diez minutos monitoreándolos mientras se turnan para acicalarse, luego nos reunimos con el resto del grupo.

Quincy y Erebus, compañeros en exilio. Foto: K. Perry.

Hay una conmoción considerable en el centro del grupo: Xananathose, uno de los juveniles más jóvenes, ha atrapado un ratón, y Harry y Nymphadora, dos de sus primos más jóvenes, se han reunido para inspeccionarlo (haga clic en el enlace para ver como nombramos a los capuchinos bebes). Miran por encima de su hombro, con los ojos de bebé muy abiertos por la curiosidad, mientras Xananathose mastica su premio. Los capuchinos aprenden lo que es bueno comer y lo que no lo es al observar a sus madres, padres y hermanos mayores; mostrar interés por la comida también es útil porque puede ganarle a un bebé mono algo de comida extra. Después de ver a Xananathose en vano por un tiempo, Nymphadora se da por vencido y se acerca a su madre, Kalypso, que descansa cerca.

Xananathose come su ratón, mientras Harry y Nymphadora miran. Foto: K. Perry.

Kalypso es la más dulce de las hembras adultas del grupo. Ella es casi indistinguible de su hermana Voldemort: ambas tienen la misma cara bonita y cejas moderadamente esponjosas. Sin embargo, hay algo en la inclinación de los ojos de Voldemort que hace que su mirada sea un poco más siniestra. Kalypso comienza a acicalar en silencio a su hijo, librándole el pelo de todos los palitos, polvo, insectos y parásitos que se han acumulado en unas pocas horas de juego. Ella inspecciona su mano y cola mientras él mira, haciendo píos sociales suaves.

Kalypso acicala a su hijo Nymphadora. Foto: K. Perry.

Mientras mi madre narra el acicalamiento y yo tomo fotos, nos damos cuenta de que estamos siendo observados. Volviéndonos, nos encontramos con la mirada inquisitiva e intrépida de Buda, una de las dos hembras juveniles del grupo. Buda es una mona muy bonita, con ojos en forma de almendra y un patrón de crestas en la frente que la hacen ver como si llevara una corona. Sin embargo, ella no es una princesa, está lista para unirse a sus hermanos incluso en los combates más duros.

Buda observa a los observadores. Foto: K. Perry.

Mientras la observamos, ella corre hacia su compañera de juegos Quaffle, la única otra hembra juvenil en Celeste's. Las dos juegan a luchar por un tiempo, luego se calman y comienzan a realizar uno de los comportamientos más interesantes que Susan ha observado en sus años de estudiar a los monos. Tanto Buda como Quaffle se quedan muy quietas, y luego Quaffle empuja su dedo profundamente en la nariz de Buda. Buda toma la mano de Quaffle y las dos se sientan juntas, con los ojos cerrados, durante varios minutos, sus cuerpos perfectamente quietos. Es como si estuvieran meditando. Los capuchinos tienen varios rituales como este, que se extienden entre los miembros del mismo grupo, pero no están presentes en todos los grupos que Susan estudia. A este lo llama "handsniffing"; la versión más extrema, en la que un mono mete el dedo en la cuenca del ojo de otro, se llama "eye poking". No sabemos para qué son estos rituales, pero pueden ser una forma de prueba de vínculo. Al hacer algo arriesgado con otro mono (como permitir que te meta el dedo sucio en el ojo), estás demostrando que confías en él. Si ambos monos están seguros de que la calidad de su amistad es segura, pueden estar más dispuestos a ayudarse mutuamente en las peleas contra otros monos.

Gambit y Quaffle jugando otro juego ritual, el juego de "finger in mouth". Foto: K. Perry.

Cuando Buda finalmente sale de su trance y se va, Quaffle se une a la otra “handsniffer” del grupo, una hembra adulta llamada Gambit, y su bebé Karl. Gambit es la más nerviosa de las hembras adultas, y pasa mucho tiempo escondiéndose en el borde del grupo, en lugar de participar en la política de su turbulento centro. También es la adulta más joven, y su cara y pelaje aún están muy limpios y blancos.

Cuando Gambit y Quaffle comienzan de nuevo el “handsniffing”, Karl se arrastra torpemente de la espalda de su madre y hace uno de los gestos de bebé capuchino más lindos: inclina la cabeza hacia atrás y saca la lengua todo lo que puede, como si estuviera saboreando el viento. Los investigadores no están seguros de lo que significa este comportamiento. Puede ser que sea una forma de detectar químicos importantes en el aire. Cualquiera que sea su verdadero significado, sin duda les encanta a los moneros.

Karl...siendo Karl. Foto: K. Perry.

Observamos esta escena pacífica por un tiempo, tomando fotos y recolectando datos, pero el silencio no está destinado a durar mucho tiempo. Pronto, la hembra adulta Siberia aparece a la vista con su bebé Dersu en la espalda y comienza a gritarle a Gambit. Siberia es fácil de reconocer debido a la pequeña parte que falta en el medio de su labio inferior (probablemente una reliquia de una de sus muchas peleas). Dirige “headflags” a Quaffle, que se une a ella para amenazar a Gambit.

Siberia y su hijo Dersu. Foto: K. Perry.

"Pobre Gambit", suspira Susan mientras saca su tableta de nuevo. "Bueno, eso es un censo completo".

Las hojas del censo y los seguimientos focales son las dos formas principales en que Susan recopila datos sobre la vida de los monos. El censo nos permite saber qué monos están en un grupo en un día determinado y si están heridos o si las hembras están embarazadas. Los datos del censo pueden usarse para documentar la composición de un grupo a lo largo del tiempo, determinar fechas aproximadas de nacimiento y muerte, y permitirnos estudiar cosas como los patrones de migración masculina. Los seguimientos focales son más detallados. Los moneros eligen un mono y lo siguen durante diez minutos (o, a veces, un día entero), registrando cada comida que come y cada interacción que tiene con otros monos. Cada dos minutos y medio, en el punto muestral, los investigadores también registran lo que está haciendo el mono (incluso si sólo está durmiendo) y de qué otros monos está cerca. Estos datos pueden usarse para mapear las redes sociales de los monos. Por ejemplo, si un mono pasa mucho tiempo cerca o acicalando a otro mono, podemos suponer que son buenos amigos, y luego podemos ver si es probable que los amigos se apoyen mutuamente en peleas contra otros monos.

Después de su desayuno de fruta mora, los monos se escabullen nuevamente, yendo paralelos a la línea de pasto en dirección a uno de nuestros senderos, P1. Los capuchinos, a diferencia de los aulladores, la otra especie de monos de Lomas, pasan casi todo el día en movimiento. Pueden tomar una siesta breve junto al río en la parte más calurosa del día, pero nunca permanecen quietos por más de un par de horas. Antes de seguirlos, me detengo para volver a etiquetar el árbol de mora más popular, que también usamos para datos fenológicos. Desde 2012, hemos estado monitoreando ~600 árboles individuales en el bosque, haciendo un seguimiento de cuándo producen hojas, flores y frutos. Estos datos nos ayudan a saber qué alimentos están disponibles para los monos en diferentes épocas del año y cómo esta disponibilidad se ve afectada por el cambio climático global. Mi mamá me señala el árbol con su dispositivo GPS, y ato una nueva tira de cinta biodegradable de color naranja brillante alrededor de su tronco. Cada uno de los árboles de fenología también está marcado con etiquetas de aluminio, pero esas son más difíciles de ver desde la distancia. Etiqueto la cinta con el código del árbol, MO04, en Sharpie, y luego me apresuro a alcanzar a los demás.

¡Gracias a Tlaoli Fuentes Anaya por ayuda con la traducción!

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